Durante la X Semana de la Energía, OLACDE abrió un espacio de alto nivel dedicado a uno de los temas que más rápidamente ha escalado en la agenda climática y energética global: el metano. La organización reunió a voces clave de la política energética, la cooperación internacional, la ciencia de datos y la sociedad civil para explorar cómo la región puede avanzar como bloque hacia un mercado de energía con bajas emisiones de metano.  Conozca el desarrollo de las conversaciones a continuación:

X SEMANA DE LA ENERGÍA

Construyendo un marco común para las emisiones de metano en ALC 

El OEMLAC de la OLACDE, la Comisión Europea, el Global Methane Hub, el Carbon Mapper y el Instituto IDEA miembro del OBMEM debatieron sobre cómo pasar del diagnóstico a la implementación de políticas y estándares que reduzcan las emisiones en el sector energético.

El primer evento inició con las palabras de Marcelo Mena (CEO del Global Methane Hub), quien recordó cómo, hace unos años, la discusión sobre el fin del carbón en Chile abrió la puerta al gas natural como el combustible de transición. Hoy, gracias a las mediciones de metano asociadas a la producción de petróleo y gas, el diagnóstico es más complejo: si no se controlan las fugas, la ventaja climática del gas puede desaparecer y acercarse a las emisiones del carbón. La tasa de fugas puede ir desde un 0,05% en casos como Noruega hasta valores cercanos al 4% en regiones como la Cuenca Pérmica en Estados Unidos, unas 180 veces más, cambiando completamente la evaluación del rol del gas en la transición.

Mena subrayó que la Unión Europea ya enfrentó este dilema al reemplazar centrales que operaban con carbón por gas y optó por fijar un estándar de emisiones que limita la fuga de metano hacia 2030. Ese marco regulatorio tiene un alcance que excede sus fronteras, porque cerca del 20% de las emisiones de petróleo y gas asociadas a la UE se generan fuera de su jurisdicción.

Desde ese punto de partida, la sesión giró en torno a una idea central: América Latina y el Caribe tienen la oportunidad de construir su propio estándar regional de metano, alineado con la ciencia y con las nuevas exigencias de los mercados internacionales, pero diseñado desde la realidad de la región. Mena menciono que "Si América Latina se articula como bloque —junto con otros grandes importadores y productores—, puede impulsar un círculo virtuoso que combine beneficios económicos, reducción de emisiones a bajo costo y mayor resiliencia frente a los impactos climáticos". Entre los argumentos destacados, se señaló que un estándar regional podría contribuir a evitar alrededor de 0,1 °C de aumento de temperatura y reducir hasta 2 billones de dólares en daños climáticos anuales, al tiempo que se protege la seguridad hídrica de los países andinos y se mantiene un planeta asegurable.

Tras la presentación técnica, Henrique Becerra (Director Regional del Global Methane Hub) moderó un panel integrado por Cristina Lobillo (Directora de Seguridad energética y relaciones internacionales de la Comisión Europea), Gastón Siroit (Director del OEMLAC en OLACDE), Riley Duren (CEO del Carbon Mapper) y Marco Jano Ito (Subdirector de Investigación en el Instituto de Desarrollo, Energía y Ambiente (IDEA) del OBMEM). El foco del diálogo se centró en el paso de la fase de diagnóstico a la implementación.

Cristina Lobillo destacó que que los nuevos estándares europeos y OGMP 2.0 serán determinantes para el acceso a mercados internacionales, y que la región debe prepararse desde ahora para cumplirlos. Riley Duren enfatizó el rol de los datos satelitales para identificar y reparar rápidamente fugas de alto impacto. Marco Jano aportó la experiencia mexicana, mostrando cómo un Observatorio Nacional puede conectar gobierno, academia y sociedad civil para asegurar cumplimiento regulatorio.

El trabajo del OEMLAC se apoya en tres pilares: actuar como bloque regional, compartir información adaptable y ordenar los datos de los inventarios nacionales para hacerlos comparables.

Con 23 países vinculados a OLACDE, 42 delegados que representan el 99 % de la producción de gas y el trabajo que se viene adelantando con el diseño de las hojas de ruta de mitigación, como en Colombia, la región está construyendo las bases técnicas y políticas para certificar gas de bajas emisiones de metano y diseñar mejores regulaciones. 

Gastón Siroit, Director del OEMLAC - OLACDE

El panel coincidió en que la región tiene capacidades y aliados suficientes para avanzar; lo decisivo será alinear regulación, financiamiento y datos de calidad para transformar la agenda de metano en acción concreta. 

X SEMANA DE LA ENERGÍA

Explorando oportunidades de convergencia: evidencia científica para la acción en metano 

En un segundo espacio se presentó un estudio sobre cómo alinear la cooperación entre regiones, diseñar hojas de ruta nacionales y fortalecer la capacidad de los gobiernos para transformar el diagnóstico en políticas, regulaciones e inversiones concretas.

El espacio “Explorando oportunidades para la convergencia en la reducción de metano entre la Unión Europea y América Latina y el Caribe”  fue una sesión especializada en la cual el Stockholm Environment Institute (SEI) presentó los resultados de su investigación sobre emisiones de metano en seis países de la región: México, Costa Rica, Colombia, Brasil, Chile y Argentina, ofreciendo un análisis comparado de los sectores de energía, residuos y agropecuario. Esta presentación complementó el debate político y brindó evidencia científica para orientar decisiones regulatorias, inversiones y actuaciones nacionales.

ENERGÍA — “El sector con mayor potencial inmediato de reducción”

La presentación del reporte sectorial de energía estuvo a cargo de Aminta Estrada (Investigadora del SEI), quien explicó que, aunque en América Latina los sectores de agricultura y residuos concentran la mayor parte de las emisiones de metano, el sector energía —especialmente petróleo, gas y carbón— ofrece las oportunidades de mitigación más costo-efectivas y rápidas, gracias a tecnologías ya disponibles.

Las principales emisiones provienen de fugas no intencionales, venteo (fugas deliberadas) y flaring o quema de gas por regulación de presión, todas asociadas a la extracción y transformación de combustibles fósiles y, en gran medida, mitigables sin costos netos adicionales.

Al comparar los seis países, el estudio identifica dos grandes grupos: por un lado, Argentina y México, grandes emisores donde la producción de hidrocarburos determina casi por completo las emisiones de metano; por otro, países como Colombia, Chile, Brasil y Costa Rica, con matrices más diversificadas y un peso relativamente mayor de las emisiones por combustión frente a las asociadas a la producción. En México, por ejemplo, cerca del 40 % de las emisiones del sector energía provienen del venteo y un 25 % de la quema de petróleo, mientras que en Brasil destaca la contribución de la quema de combustibles —incluida leña— y la minería de combustibles sólidos.

El estudio también revisó el marco de políticas y los Sistemas de Monitoreo, Reporte y Verificación (MRV). Todos los países estudiados cuentan con NDCs y marcos de política sobre cambio climático, pero en ninguno de ellos las metas de reducción se expresan de manera específica para metano: las referencias siguen siendo agregadas para todos los gases de efecto invernadero. Los sistemas de MRV en general están centralizados y se apoyan mayoritariamente en metodologías Tier 1 y Tier 2 del IPCC, con avances puntuales hacia Tier 3 en casos como Colombia. En Argentina sobresale, además, un ejemplo de regulación subnacional avanzada: la Resolución No. 58 de 2024 en la Provincia de Chubut, construida explícitamente sobre el estándar OGMP 2.0 que también inspira la regulación europea.

Estrada subrayó que, pese a las brechas en datos y capacidades, los seis países comparten un amplio espacio de oportunidad: todos son parte del Global Methane Pledge, cuentan con potencial técnico para reducir rápidamente las emisiones, participan en diálogos crecientes con la Unión Europea e integran iniciativas como el OEMLAC.

Panel de discusión

Tras la presentación del segmento de energía del estudio del SEI, se dio paso a un panel de discusión para profundizar en los hallazgos y explorar cómo avanzar en la mitigación del metano en petróleo, gas y carbón.

Leonardo Tamayo (Coordinador Upstream en el Ministerio de Minas y Energía de Colombia) destacó que las diferencias entre países como México, Argentina y Costa Rica se explican por la fuerte dependencia de hidrocarburos en los dos primeros, frente a la matriz renovable del tercero, además de factores como el tamaño de la población y el peso de la agricultura. Subrayó que la regulación y el compromiso político son determinantes para reducir emisiones, y mencionó el caso de Ecopetrol, que se sumó al OGMP 2.0 y cubre cerca del 85 % de la producción de gas y petróleo de Colombia, mostrando que es posible avanzar si hay voluntad y un marco claro.

Marco Jano Ito (Subdirector de Investigación en el Instituto de Desarrollo, Energía y Ambiente (IDEA) del OBMEM) señaló que en México el problema del metano tiene raíces históricas: desde el auge petrolero de los años setenta, el foco estuvo puesto en el crudo y el gas natural quedó relegado, lo que dejó una herencia de venteo y quema asociados a infraestructura incompleta o subdimensionada. Añadió que las restricciones financieras de Pemex han dificultado invertir en captura y mantenimiento, pero que hoy existe mayor conciencia sobre la necesidad de aprovechar el gas y reducir pérdidas, y que observatorios como el mexicano pueden ayudar a mejorar factores de emisión e inventarios.

Riley Duren (CEO del Carbon Mapper) aportó que las variaciones de emisiones entre regiones se explican por la falta de incentivos, la capacidad técnica, la antigüedad de la infraestructura y la mezcla petróleo–gas, que a menudo lleva a tratar el gas como subproducto. Explicó que campañas aéreas realizadas en países como Colombia, Chile y Ecuador, junto con los satélites, permiten identificar superemisores y complementar los sistemas nacionales de MRV, sin que cada país tenga que desarrollar su propia constelación de satélites.

Cristina Lobillo (Directora de Seguridad energética y relaciones internacionales de la Comisión Europea) cerró con la experiencia de la Unión Europea, resaltando que el camino ha sido pasar de compromisos voluntarios basados en OGMP 2.0 a un reglamento de metano vinculante que da certidumbre a las inversiones y fija estándares mínimos para toda la cadena de gas, petróleo y carbón. Señaló que el nuevo marco regulatorio no busca ser punitivo, sino crear un mercado de gas más limpio, y que instrumentos como Global Gateway ofrecen oportunidades de financiamiento y cooperación para que los países productores de América Latina puedan adaptarse y beneficiarse de estas nuevas reglas.

RESIDUOS — "La reducción de metano depende de servicios públicos esenciales"

La segunda parte del estudio del Stockholm Environment Institute (SEI) analizó el comportamiento de las emisiones del sector residuos en los seis países evaluados abarcando dos subsectores clave: residuos sólidos y aguas residuales. Aunque este sector suele recibir menos atención que energía o agricultura, constituye una fuente significativa de metano en la región y presenta desafíos estructurales muy distintos a los del sector energético. 

En los seis países, el metano proviene principalmente de la descomposición anaeróbica de residuos orgánicos en rellenos sanitarios, vertederos o sitios a cielo abierto, además del tratamiento insuficiente de aguas residuales municipales e industriales. La magnitud del problema está directamente ligada a la infraestructura disponible, la capacidad de los municipios, las políticas tarifarias y la cobertura de servicios básicos. En países como Chile y Costa Rica, donde la mayor parte de los residuos sólidos se maneja en rellenos sanitarios con mejores estándares, las emisiones son relativamente más controladas. En contraste, en México, Argentina y Brasil, la heterogeneidad territorial y la presencia de vertederos a cielo abierto generan fuentes difusas y difíciles de gestionar. 

Uno de los hallazgos más relevantes del segmento es que, a diferencia del sector energía, donde existen tecnologías de mitigación maduras y costo-efectivas, en residuos las soluciones dependen de inversiones públicas de largo plazo: ampliación de la cobertura de tratamiento de aguas residuales, cierre técnico y recuperación de rellenos sanitarios, captura de biogás, compostaje y separación en origen. El estudio señala que el avance en MRV es desigual: aunque los países reportan sus inventarios nacionales, la calidad y periodicidad de los datos municipales sigue siendo muy variable, y la disponibilidad de mediciones directas es extremadamente baja. 

También se identifican brechas de gobernanza y financiamiento. El sector residuos depende de competencias municipales, pero los inventarios y reportes suelen consolidarse a nivel nacional. Esto genera una distancia entre quienes deben financiar y operar las soluciones y quienes formulan las políticas climáticas. Además, el estudio resalta que el costo de reducir metano en residuos puede ser más alto que en otros sectores, pero al mismo tiempo genera cobeneficios ambientales y sociales: reducción de lixiviados, mejora de la calidad del agua, formalización laboral de los recicladores de oficio y disminución de impactos en salud. 

Aun con estas diferencias, los seis países comparten oportunidades claras: avanzar en la recuperación energética (biogás), mejorar la logística de gestión de residuos orgánicos, fortalecer marcos regulatorios para disposición final y consolidar sistemas de medición y reporte más robustos, elementos indispensables para acceder a financiamiento climático y programas internacionales, incluidos los que impulsa la Unión Europea y las iniciativas del Global Methane Hub. 

Panel de discusión

Posterior a la presentación de la investigación tuvo lugar un panel de dialogo donde Carlos Álvarez (Oficial de Políticas Internacionales en la Dirección General de Energía de la Comisión Europea) destacó que, en la Unión Europea, aunque el sector residuos representa solo el 4% de las emisiones totales de GEI, el 70% corresponde a metano, lo que ha llevado a establecer metas ambiciosas: reducir al 10% la disposición en vertederos para 2035 y acelerar soluciones como el biogás y la valorización de orgánicos.

Por su parte, Yuri Schmitke (Investigadora del SEI) subrayó que las emisiones de vertederos en Brasil representan un tercio del metano nacional, y que mediciones satelitales recientes sugieren que las emisiones reales podrían ser hasta tres veces mayores que las reportadas, reflejando la necesidad urgente de mejorar la medición.

Henrique Bezerra (Director Regional del Global Methane Hub) remarcó que la agenda de residuos es tanto técnica como social, dado que los municipios enfrentan brechas profundas en infraestructura y servicios que impactan especialmente a las comunidades cercanas a sitios de disposición final.

El mensaje conjunto del panel fue contundente: la mitigación del metano en residuos no es solo un asunto climático, sino un desafío urbano, social y de salud pública.

AGROPECUARIO — “Un desafío complejo que combina técnica y realidad social” 

El tercer segmento de la investigación del Stockholm Environment Institute (SEI) se centró en el análisis del metano procedente del sector agricultura, abarcando las emisiones originadas en la fermentación entérica del ganado, el manejo de estiércol y el cultivo de arroz. El SEI explicó que, en la mayoría de estos países, la ganadería constituye la principal fuente de metano agrícola, especialmente en Brasil, Argentina y Colombia, donde la producción bovina representa un eje económico fundamental y donde la fermentación entérica aporta una proporción considerable de las emisiones nacionales. 

La presentación del estudio mostró que las oportunidades de mitigación en agricultura están profundamente vinculadas a la diversidad de sistemas productivos, a las prácticas culturales y a las realidades socioeconómicas de las comunidades rurales. El SEI destacó que mejoras en la alimentación animal, la implementación de rotaciones de pasturas, la adopción de tecnologías para el manejo del estiércol y la gestión más eficiente del agua en arrozales pueden reducir de manera significativa las emisiones de metano, siempre que estas prácticas sean acompañadas de asistencia técnica adecuada y de un enfoque inclusivo hacia los productores. 

La presentación del estudio subrayó también que la generación de datos en el sector agrícola continúa siendo limitada y heterogénea. La medición directa de emisiones en sistemas ganaderos extensivos es escasa, lo que afecta la calidad de los inventarios y la capacidad de comparación entre países. Sin embargo, esta brecha abre una oportunidad estratégica para fortalecer capacidades técnicas en asociaciones de productores, institutos de investigación y autoridades subnacionales. Al mismo tiempo, el SEI resaltó que la mitigación en agricultura ofrece beneficios decisivos para el desarrollo rural, incluyendo la mejora de los suelos, el aumento de la productividad, una gestión más eficiente del agua y la reducción de conflictos socioambientales.  

Panel de discusión

Tras la exposición técnica, la sesión pasó a un panel de discusión moderado por Yudi Yepes (Investigadora del SEI), con la participación de Javier Rodríguez Dueñas (Zootecnista y especialista en producción agrícola sostenible en RAP Llanos - Biocarbono), y  Jaime Giacomozzi (Encargado de Cambio Climático de Oficina de Estudios y Políticas Agrarias del Ministerio de Agricultura) Desde la experiencia de la Orinoquia colombiana, Javier Rodríguez explicó que cualquier medida de mitigación solo puede prosperar si es costo-eficiente y no deteriora la productividad, señalando que los pequeños productores —que en su región representan el 75% del sector ganadero— requieren herramientas prácticas, acompañamiento técnico y modelos asociativos para acceder a mercados diferenciados. Destacó la importancia de la “visión de paisaje”, que permite equilibrar producción, conservación y reducción de emisiones en regiones altamente diversas en suelos, coberturas y culturas productivas.

Por su parte, Jaime Giacomozzi presentó la experiencia chilena en la construcción de su primer plan sectorial de mitigación bajo la Ley Marco de Cambio Climático. Explicó que la mitad de las emisiones agrícolas corresponden a metano de la ganadería, y que Chile está avanzando en medidas como el manejo de estiércol, mejoras en la dieta animal y el desarrollo de tecnologías emergentes —incluidos aditivos alimenticios— que aún requieren maduración y financiamiento. Subrayó que la clave es escalar gradualmente, partir con pilotos y fortalecer los sistemas de medición, evitando saltar a metodologías más complejas sin contar con datos sólidos.

El diálogo se concentró también en cómo profundizar la cooperación entre América Latina y la Unión Europea. Jaime señaló que existe un amplio margen para el intercambio técnico en mediciones, inventarios y modelos de estimación on-farm, además de aprender de las políticas agrícolas europeas que articulan financiamiento, trazabilidad y estándares ambientales.

Javier complementó diciendo que la región ha recibido abundante diagnóstico, pero poca inversión en implementación, y que las alianzas público–privadas y los instrumentos territoriales —como ordenanzas de ganadería sostenible— son esenciales para que las políticas nacionales realmente transformen los paisajes rurales.

Así, en la X Semana de la Energía se dio inicio a una agenda compartida entre el OEMLAC y la Unión Europea, con miras a intercambiar experiencias, brindar asistencia técnica y construir de manera conjunta las medidas que impulsarán el paso desde el diagnóstico hacia la ejecución en esta senda para reducir las emisiones de metano en América Latina y el Caribe.